El sol de la tarde del 16 de agosto caía sobre el Estadio Banorte, en la Sultana del Norte, vislumbrando de dorado las gradas que, poco a poco, se llenaban del azul y blanco característico de los Borregos del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM).
En la esquina visitante, un pequeño, pero ruidoso grupo de oriundos fronterizos portaban orgullosamente prendas azul rey y amarillo oro, las cuales son las que definen a los Indios de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ), listos para hacerse valer en el territorio del Cerro de la Silla.
El silbatazo inicial fue como un disparo de guerra. Los Borregos, tricampeones de la Conferencia de los 14 Grandes de la Organización Nacional Estudiantil de Futbol Americano (ONEFA), arrancaron con la confianza del que ha dominado su terreno durante años.
Con precisión quirúrgica, su mariscal de campo conectó un par de envíos que abrieron paso a la primera anotación de la tarde-noche; la tribuna local estalló, pero en el costado contrario, los Indios ajustaban sus cascos, como diciendo: “apenas empieza”.
La tribu juarense respondió con una ofensiva meticulosa, hilando avances cortos pero seguros. Cada primero y diez arrancaba aplausos de los suyos, cada bloqueo sólido arrancaba chispas de esperanza. Aunque la serie no terminó en anotación, dejó claro que el viaje al noreste del país no era un paseo, sino una declaración de intenciones y demostraciones.
En el segundo cuarto, el duelo se volvió más físico. Los defensivos de la UACJ comenzaron a leer mejor las rutas largas de los Borregos, logrando una intercepción que encendió la banca visitante. La jugada no solo frenó a los campeones, sino que inyectó un aire de rebeldía al juego: los aborígenes no estaban dispuestos a rendirse ante la etiqueta de “sparring”.
El tercer cuarto fue una guerra de trincheras. Golpe contra golpe, tacle contra tacle. Los Borregos seguían sumando puntos, pero la defensa juarense plantaba cara con detenciones que arrancaban gestos de aprobación incluso de algunos aficionados locales. En la tribuna, el pequeño grupo de azul rey y amarillo oro redoblaba gritos, haciendo que, por momentos, el eco sonara más fuerte en el inmueble con capacidad para 10,057 asistentes.
Ya en el último cuarto, con el marcador inclinado hacia los locales, el partido se convirtió en una pasarela para las promesas de ambos equipos. Los Indios aprovecharon para mostrar la velocidad de sus corredores jóvenes y la valentía de novatos que, pese a la presión, no dudaban en lanzarse de cabeza por cada yarda. El público, más allá de colores, reconocía el esfuerzo con aplausos aislados que cruzaban las gradas.
Cuando sonó el silbatazo final, los Borregos celebraron otra victoria, mientras que los Indios reunieron su círculo en medio del campo. No había lamentos, sino palabras de aliento, palmadas en los hombros y la certeza de que esta visita no se trató de un marcador (43-14), sino de experiencia, orgullo y la convicción de que la tribu está dispuesta a pelear cada centímetro de terreno en la temporada que viene.
Fue así como el entrenador en jefe de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, el maestro Alfredo Martínez Navarrete, destacó la importancia de enfrentar rivales de élite para elevar el nivel del equipo:
“Es un buen sinodal para saber en qué lugar estamos, para enfrentar esta temporada [2025]; nos quedan ocho partidos por enfrente para cambiar el destino de la temporada pasada. Yo no soy un coach de tres victorias, eso me molesta mucho y me deja siempre trabajando y pensando que tenemos que mejorar eso”.