Como parte de la más reciente edición de la Fiesta de los Libros de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, la literatura fue también territorio de memoria, crítica y descubrimiento.
La doctora Diana del Ángel, escritora, defensora de derechos humanos y docente de literatura en la UNAM y en la Universidad Rafael Landívar de Guatemala, ofreció una conferencia titulada “Ser del río sin peces: semblanza intelectual de Rosario Castellanos”, en la que abordó la vida y la obra de una de las voces más lúcidas del siglo XX mexicano.
Previo a su participación, platicó con este medio de lo que versaría su ponencia.
“Voy a compartirles una semblanza justamente de Rosario Castellanos. Repaso brevemente su obra, algunos hechos importantes de su biografía que repercutieron en sus libros. Doy un panorama general de todo lo que escribió y de las ideas centrales. Me centro sobre todo en su visión del indigenismo, el feminismo”.
Al final de su ponencia, sorprendió a los presentes con algunos hallazgos que hizo durante su estancia posdoctoral.
“Por ejemplo, descubrí una columna de crítica teatral que firmaba con el seudónimo de Antígona, que se atribuye a Castellanos. Ese hallazgo, como otros, demuestra que, a pesar de que se cumplen ya cien años de su nacimiento, su obra sigue dando sorpresas, sigue exigiendo estudio y relectura”.
La Rosario Castellanos que Diana del Ángel rescata no es solo la autora canónica, sino la mujer que fue capaz de denunciar desde la literatura el sistema de opresión que se ejerce sobre los pueblos originarios y sobre las mujeres, sin idealizar ni caer en la condescendencia.
—¿Qué tanto rescatamos de Castellanos hoy en día?
—Primero que nada, que fue pionera en reflexionar sobre la condición femenina en México. Siempre tuvo una postura muy crítica sobre lo que implicaba ser mujer en este país. Y también fue innovadora en su visión del indigenismo: escribió sobre los pueblos indígenas, sí, pero no desde el romanticismo o la superioridad, sino para mostrar la miseria en la que estaban sumidos, denunciar el sistema capitalista y colonialista que los había reducido a pueblos oprimidos.
Diana habla con la claridad de quien ha leído desde el asombro, pero también desde la búsqueda. Su acercamiento a Castellanos no es solo académico: es también un diálogo personal con una autora que, como ella misma dice, nunca se quedó quieta en su forma de escribir.
—¿Qué te hizo interesarte en ella?
—Creo que algo que valoro mucho en su obra es que constantemente se replantea su estética, su poética. No se conforma con un solo estilo. Busca nuevas formas de escribir poesía, nuevas formas de escribir narrativa. Era una mujer abierta a incorporar nuevas ideas en su literatura, en su pensamiento. Y creo que eso es lo que la mantiene vigente, lo que permite que las nuevas generaciones se acerquen a ella y sientan que resuena con sus propias inquietudes.
La voz de Castellanos, como la de Diana del Ángel, no está hecha para el silencio. Ambas insisten en mirar, pensar, incomodar. Y en recordarnos, con palabras que no envejecen, que la literatura es también una forma de resistencia.
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