La renovada sala de usos múltiples del Centro Cultural Universitario volvió a respirar música esta noche, cuando el Ensamble Clásico de Cuerdas de la UACJ ofreció un concierto especial de Día de Muertos que llenó el espacio de resonancias solemnes y emotivas.
El público fue recibido por la fuerza del cello de Olga Martínez Vargas Carrillo, el contrabajo de José Ernesto Pérez Martínez y el violín de Roberto Jurado, quienes tejieron un programa que transitó entre la contemplación y la intensidad.
La velada inició con Libera me, Domine, de Gabriel Fauré, y avanzó hacia la icónica Marcha fúnebre de Chopin, que se escuchó con un peso casi ceremonial.
La atmósfera fue envuelta con la Pavana para una infanta difunta, de Ravel, y luego le siguió la Sonata Al sancto sepolcro, de Vivaldi.
El público mantuvo un silencio atento durante Pie Jesu, de Lloyd Webber, antes de que la energía se desbordara con la Danza macabra de Saint-Saëns, pieza que cerró la noche llena de aplausos.
El concierto formó parte de las actividades con las que la Universidad se suma a la conmemoración del Día de Muertos, una tradición en la que, año con año, son honrados con la memoria y la música nuestros seres queridos.




