Cuando el telón del Centro Cultural Paso del Norte se abre y la música de Tchaikovsky inunda cada rincón, no solo comienza una función: empieza también una tradición que ya forma parte de la memoria emocional de Ciudad Juárez.
Los días jueves 4, viernes 5, sábado 6 y domingo 7 de diciembre, el Ballet Clásico de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ) volvió a dar vida a El Cascanueces en el Centro Cultural Paso del Norte.
Desde una hora antes de que iniciara cada presentación, programada puntualmente a las 19:00 horas, decenas de familias aguardaban formadas con paciencia, anticipación y la emoción reflejada en los rostros. Nadie quería quedarse fuera de esa experiencia que anuncia, sin palabras, que la Navidad ha llegado a la frontera.
Pero detrás de cada giro, cada salto y cada gesto de ilusión, laten historias universitarias que sostienen el espectáculo con disciplina, vocación y sueños. Entre ellas, brillan las de Renee Fernanda Aviña Rodríguez, José Alfredo Castro Vázquez y Aldo Imanol Guerrero Ruvalcaba, tres jóvenes que convierten el arte en su forma de habitar el mundo.

Este año, además de la fuerza interpretativa de sus bailarines, la producción sumó elementos completamente nuevos. La Mtra. Marisol Galán Jurado, directora de la Compañía de Ballet Clásico de la UACJ, explicó que a lo novedoso se le agregaron nuevos telones, la nieve que cae en los copos y bailarines que vienen de la Ciudad de México.
“Los escenarios los mandamos a hacer exclusivamente para esta ocasión y que nos ayuden a enriquecer mucho más esta puesta en escena”, dijo.
Señaló además que, como en años anteriores, participan aproximadamente 160 personas en escena, incluidos tanto los artistas de la orquesta como los bailarines, consolidando una producción de gran formato. La Mtra. Marisol Galán tiene desde el 2019 trabajando El Cascanueces.
“Y bueno, es importante dejar un precedente aquí en nuestra comunidad, en nuestra cultura, algo que nos arraigue y que ponga en alto a Ciudad Juárez con todo este talento de artistas que tenemos”, expresó.
“A mí me encanta mi trabajo, sobre todo ver crecer a todos estos talentos que en algún momento no tenían la posibilidad de estar en un evento como este, de esta magnitud… es muy satisfactorio”.
Entre esos talentos se encuentra José Alfredo Castro Vázquez, estudiante de séptimo semestre de Ingeniería Física en la UACJ, pero también bailarín de tiempo completo y trabajador en un restaurante local, donde comparte escenario desde otra estética: la del folclor mexicano. Este es su tercer año consecutivo en El Cascanueces y en cada temporada ha demostrado su versatilidad interpretando múltiples personajes: el Rey Ratón, el doctor Stahlbaum (papá de Clarita y Fritz), el árabe y uno de los rusos del segundo acto. Todo, en una sola puesta en escena.
“Es mucho colmillo”, dice desde la serenidad de quien ha aprendido a moverse entre seis u ocho coreografías en una sola función. Para él, la preparación es el resultado de toda una carrera dancística que le ha enseñado a memorizar estilos distintos y asumir retos que, al final, siempre dejan recompensa.
Su vida transcurre entre ecuaciones y escenarios, entre la física y el movimiento. Confiesa que aún intenta resolver el enigma de cómo unir ambos mundos, pero camina con certeza hacia esa combinación. Inspirado por la lectura de Los Ángeles de Apolo, sueña con crear dispositivos que ayuden a mejorar los entrenamientos o incursionar en la física médica para atender las lesiones que enfrentan los bailarines.

“Son disciplinas muy rigurosas, regidas por leyes estrictas; requieren trabajo, constancia, no solo talento”, reflexiona.
Para José Alfredo, la llegada del Cascanueces es también un cambio de atmósfera en su vida. Pasa del ambiente festivo del folclor a la magia navideña. “Cuando empiezo a ensayar, cuando veo cómo todo se va unificando, es cuando me la creo: ya es Navidad. Ya no lo vivo como espectador, lo vivo como actor y como bailarín”. Y cada año, asegura, se siente distinto, porque la compañía siempre busca que cada montaje tenga su propio sello, su propia emoción.
En el mismo escenario brilla Renee Fernanda Aviña Rodríguez, maestra de ballet en el Centro Universitario de las Artes (CUDA-UACJ), egresada también de esta casa de estudios como diseñadora gráfica, pero con una vida entera entregada al baile. “No sé qué sería sin el baile”, dice con una gratitud que se le nota en la voz.
Su historia con la danza comenzó a los siete años, en una presentación de Cri Cri, precisamente en esta casa de estudios. Desde entonces, su vida tomó un ritmo inquebrantable: escuela, comida y ballet. Una rutina convertida en vocación, sostenida por el impulso de su madre y de sus maestras.
Desde 2019 participa en El Cascanueces. Ha sido Clarita, copo, flor. La preparación comienza desde agosto, con ensayos diarios de tres horas en el CUDA. Cada maestro trabaja su coreografía con rigor, pero también con una profunda confianza en sus alumnos.
“En cada ensayo logramos hacer algo mejor”, afirma con emoción.
Cuando pisa el escenario, los nervios no se van, pero se transforman.
“Se siente la Navidad en todos lados. Sueño con la música del Cascanueces. Estar en el escenario es todo un mundo de emociones: mentalizarte, entrar en el personaje, conectar con tus compañeros y transmitirle esa vibra al público”.
Este sábado, volvió a ser Clarita. Y, según sus propias palabras, para entrar en el personaje, Renee viaja a su propia niñez: recuerda las luces, el arbolito, la emoción de los regalos, los abrazos familiares. “Trato de traer todo eso al escenario, transmitir esa ilusión que yo sentía de niña”.


Otro de los rostros centrales de esta historia es Aldo Imanol Guerrero Ruvalcaba, quien estudió danza en el Centro Municipal de las Artes, incorporada a la UACJ y quien por tercera ocasión interpreta al Cascanueces.
“Es una emoción muy grande porque es un personaje muy especial que le he agarrado mucho cariño y pues siento que es una función muy mágica debido a las épocas. Entonces pues estoy ansioso de seguir disfrutando de esta temporada con la compañía de ballet clásico de la UACJ”.
Y así, entre la disciplina universitaria, los ensayos nocturnos, los libros de ingeniería, las zapatillas de ballet, los nervios antes de salir a escena y el aplauso final, José Alfredo, Renee y Aldo Imanol representan a una generación que construye arte desde la constancia, el estudio y el amor profundo por lo que hacen.
El Cascanueces no solo marca el inicio de la Navidad en Ciudad Juárez. También confirma que, desde la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, se siguen formando artistas que convierten su historia personal en un regalo para toda la comunidad, porque mientras las luces del escenario se apagan y los aplausos se quedan flotando en el aire, algo permanece encendido: la certeza de que, en cada función, la Navidad vuelve a nacer desde el corazón universitario.




