Después de casi tres años de confinamiento por la pandemia generada por la Covid-19, la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez reactivó en octubre su tradicional Semana del IIT, en el Instituto de Ingeniería y Tecnología (IIT) y lo hizo con un invitado muy especial: El Dr. Bernard Lucas Feringa, Premio Nobel de Química 2016, quien llegó en un momento de reconciliación y encuentro. Este medio platicó con él y su mensaje para la comunidad universitaria fue muy humano y contundente.
El doctor Feringa arribó a Ciudad Juárez un sábado por la mañana y por la noche ya estaba degustando la tradicional bebida “margarita”, en la icónica Avenida Juárez.
¿Cuál fue su primera impresión de esta frontera?
“¡Oh!, es grandioso estar aquí, nunca había estado en esta parte de México o de Estados Unidos; pasamos por El Paso y cruzamos la frontera y ver esta parte de México, con una gran historia, fue fascinante”.
Al preguntarle qué ha escuchado de Ciudad Juárez, responde que es una gran frontera, un lugar muy importante en la historia de Norteamérica, México y Europa, no obstante, las malas noticias han hecho eco en los medios nacionales y locales de Holanda.
“Hemos visto en los periódicos estos mensajes acerca de gangas, ya sabes… violencia. Pero, honestamente, también sabemos que tienen una universidad importante y por eso me puse muy contento cuando supe que vendría de visita”.
Durante su escaso tiempo recorriendo nuestras calles, ¿ya tuvo el gusto de probar nuestra gastronomía?
“¡Oh claro!, ya probé algo de comida. Pero quizá lo más importante, es que mis amigos aquí presentes (el Dr. Juan Hernández Paz, director del IIT y el Dr. Manuel Ramos, profesor investigador del IIT) me llevaron al Bar Kentucky (en la turística Avenida Juárez), donde probé el tequila (margaritas) y que es muy rico, muy especial. Algo así no tenemos en Holanda”.
La visita de Bernard Feringa se pacta un contexto complejo en el tema migratorio. A unos días de su llegada, el pasado 12 de octubre de 2022, autoridades estadounidenses expulsaron por esta frontera a decenas de venezolanos que se apostaron en las inmediaciones del Río Bravo.
Ciudad Juárez es una tierra de paso para miles de personas que desean desplazarse a Estados Unidos, buscando un mejor futuro ¿Por qué considera usted que la gente emigra?
“No tengo mucho que opinar sobre políticas migratorias, a pesar de que en Europa también es un asunto importante. Por supuesto, tenemos inmigrantes procedentes de África del Norte, de Medio Oriente, de Siria. Y eso lo sabemos. Pero lo que es más importante, en mi opinión como profesor universitario, es educar bien a nuestros jóvenes en el desarrollo de su área, su región y cuidad. Para ello, la universidad juega un papel crucial; si nos centramos en la educación, desarrollarás sólidamente en tu región o país y no tendrías que emigrar para encontrar un mejor futuro, porque ese suele ser un motivo para emigrar o por razones de seguridad”.
Usted creció con nueve hermanos, ¿cómo fue su niñez?
“Sí, crecí en una granja, en un pueblo muy pequeño, cerca de la frontera alemana, en la parte noreste de Holanda. Soy de una familia católica romana, el segundo mayor de diez hijos. Y, por supuesto, teníamos que asistir a la iglesia todos los fines de semana, lo cual hacemos todavía. Pero lo más significativo es, yo creo, que éramos una familia muy limitada. Mi hermano y yo fuimos los primeros en tener una educación superior, porque nadie en nuestro pueblo tuvo la oportunidad de ir a la universidad o cursar una carrera técnica. Mi hermano mayor estudió ingeniería mecánica, yo química y también mis hermanas menores se prepararon. Por el contrario, mis padres no tuvieron la oportunidad de estudiar, ellos trabajaban en la granja, así que de ese entorno vengo”.
Destaca que haber crecido en una granja le dio la oportunidad para, desde niño, empezar a descubrir sus alrededores, lo cual le pareció “maravilloso”. “Ahí fue donde empezó todo”.
¿Por qué alguien que creció en una granja, limitado económicamente, pero que llegó a ser un premio Nobel, considera que un país debe ser educado?
“Tienes que darte cuenta de que cada niño tiene un talento, algunos niños son demasiado buenos con sus manos, pueden llegar a ser carpinteros, artistas, mecánicos automotrices. Otros son realmente talentosos dentro de las matemáticas, idiomas o en lo que sea. Yo creo que cada niño debería tener la oportunidad de ser educado y llegar al nivel que pueda alcanzar. No todos van a la universidad, pero debes estimular a los jóvenes de primaria, de preparatoria o nivel superior para obtener lo mejor de ellos. Yo creo que eso es muy importante y eso realmente los ayudará en el futuro, porque son las bases del futuro”.
Lo anterior, nos lleva a cuestionarle por qué es importante que los gobiernos le apuesten a la ciencia y la tecnología.
“Porque la ciencia y la tecnología son las bases para una sociedad moderna. Sin ciencia y tecnología no tendrías un teléfono inteligente, no tendrías esta cámara, no tendrías nuevos fármacos para tu salud, un auto o un avión. Yo creo que nos estamos enfrentando a una sociedad moderna, lo cual apreciamos mucho, pero ahora hay que mirar hacia el futuro; el cambio climático”.
Se tienen que hacer las cosas diferentes, sustentables, verdes, con menos energía, además de trabajar en el comportamiento de la gente, en sus acciones, repara.
“Pero mucho viene de las nuevas tecnologías; cómo vamos a volar nuestros aviones en el futuro sin queroseno o cómo voy a manejar autos eléctricos sin baterías. Tenemos que desarrollar productos farmacéuticos para atender a las personas mayores con cáncer, que sigue siendo un gran problema, o las enfermedades cardiacas. Así que considero que la ciencia y la tecnología son cruciales para construir una sociedad mas sustentable en el futuro”.
Ahora mismo somos ocho billones de personas en este mundo, refiere. Pronto seremos 10 billones.
“Tenemos que aprender a cómo reciclar los materiales viejos, cómo reusarlos de nuevo, cómo reciclar plásticos… todas esas cosas que usamos. De lo contrario, tendremos serios problemas en el futuro. De hecho, ya tenemos un problema, así que necesitamos nueva tecnología”.
¿Qué lo motivó en su vida para interesarse en la investigación, en la química?
“Esto es realmente interesante. Cuando cursaba la preparatoria tuve física, matemáticas, biología, química y mis mejores calificaciones fueron en matemáticas, pero me gustaban los experimentos y la química. Recuerdo que la maestra de química en la preparatoria hacía experimentos con nosotros y eso me gustaba mucho; hacíamos colores, olores, todo tipo de cosas agradables; materiales, etcétera. Esas fueron las bases para ir a la universidad. Yo creo que todos nosotros recordamos a un buen maestro que marca la diferencia y te hace ir por la dirección correcta”.
Al cuestionarle cuál fue su primer experimento, contesta que fue un compuesto químico que nadie antes había hecho en el mundo.
“Fue inútil”, repara, “pero para mí fue crucial; nadie más había hecho esa molécula, fue como hacer un descubrimiento por primera vez, me hizo sentir muy emocionado”.
Algo que lo hace sentir orgulloso y feliz, destaca, es ese notable interés de los pequeños y jóvenes por la ciencia. Esto lo percibe cuando visita las primarias, le resulta increíble cuando los pone a experimentar; niños de cinco, seis, siete y hasta 12 años.
“Es absolutamente asombroso. Les gusta experimentar, explorar con sus propias manos”.
Sin embargo, insiste, es importante la inspiración que pueda llegarles de sus maestros; educadores que sean sensibles, con capacidad de asombro y que muestren interés en ellos.
El Dr. Feringa hace ver sustancial que los niños aprendan palpando, explorando físicamente, pero sin dejar de lado lo teórico.
¿Qué impacto en la vida de las personas han tenido sus investigaciones?
“¡Oh, sí! Hacemos investigación fundamental para el personal médico, para cirugías en los hospitales, en hacer tratamientos para el cáncer, en la fabricación de nuevos fármacos inteligentes. También trabajamos con empresas haciendo, por ejemplo, pintura y revestimiento de aceite sostenible para los autos, para la industria. Es algo que está empezando a impactar en el futuro cercano. La investigación básica sobre el movimiento molecular”.
Bernard Lucas Feringa, mejor conocido como Ben Feringa (Barger-Compascuum, 18 de mayo de 1951) en 2016 fue galardonado con el Premio Nobel de Química, junto con Jean-Pierre Sauvage y Fraser Stoddart, por el diseño y la síntesis de máquinas moleculares.
Parecía un día normal en el Instituto de Química de la Universidad de Groningen, donde el profesor Feringa imparte clases de física molecular. Estaba en su oficina debatiendo sobre un problema químico con uno de sus estudiantes, cuando sonó su celular “una llamada mágica”, con código de área de Suecia. Era el secretario del comité del Premio Nobel.
“Ellos te llaman una hora antes del anuncio oficial. Por supuesto no pude hablar. Es absolutamente asombroso, viene como una gran sorpresa porque nadie te avisa, ni si quiera sabes que estás nominado. Fue absolutamente maravilloso”.
Cuenta que después de un lapso de absoluto silencio, el comité del Nobel lo abordó.
–Profesor Feringa, ¿sigue usted al teléfono?, porque está demasiado silencioso.
–Sí. Si sigo aquí, pero me he quedado sin palabras–, le respondió.
¿Qué corría por su mente, durante la ceremonia?
“Se siente como si estuvieras en una película, Es muy, muy… Es absolutamente asombroso. Hay mil 200 personas; el rey está ahí, la reina y todos los dignatarios, el gobierno, etc… Estás vestido para la ocasión y obtienes esta medalla de oro. Es real y absolutamente fantástico, te quedas sin palabras”.
¿A quién dedicó el Premio Nobel?
“Dediqué mi Premio Nobel a mis padres y a mis alumnos. En primer lugar a mis padres, porque fueron muy importantes. ¿Te imaginas?, ellos eran agricultores, nunca tuvieron la oportunidad de estudiar y ellos lo hicieron posible; hicieron posible que yo pudiera ir a la universidad y que me convirtiera en un profesor que pudiera hacer investigación. Por supuesto, también se lo dediqué a mis estudiantes, porque te das cuenta de que en química, ciencias naturales e ingeniería todos trabajamos conjuntamente, investigamos. Pero el objetivo principal es entrenar a nuestros estudiantes más allá de nuestras fronteras actuales para el futuro. Así que ellos son mis verdaderos héroes”.
Atribuye que, para el éxito académico y profesional, la familia juega un papel preponderante.
“A pesar de que mis padres nunca tuvieron educación superior, fueron un gran apoyo para que nosotros estudiáramos, para que aprendiéramos a construir buenas bases para nuestro futuro, en cualquier campo. Mis hermanas, por ejemplo, son profesoras en escuelas, uno de mis hermanos está en las ciencias de la salud, otro en psicología, pero es importante que obtengas este impulso de tus padres. En segundo lugar, tus maestros porque, si te fijas, no todas las familias tienen la posibilidad de motivar a sus hijos lo suficiente, así que los profesores tienen esa tarea importante”.
Después de haber sido galardonado con el Premio Nobel, ¿cómo es un día normal en la vida de Bernard Feringa?
“Ahora por supuesto las cosas han cambiado después de este mágico momento en Estocolmo, cuando obtuve el Premio Nobel. Empecé a recibir muchas solicitudes para ofrecer lecturas, para pertenecer a comités científicos alrededor del mundo. Así que tengo muchas, pero muchas obligaciones. Pero, insisto, lo importante es que sigo enseñando a estudiantes; imparto conferencias y tengo un grupo de investigación, así que continúo haciendo investigación. Y, si agregamos un tercer componente, recuerdo cuando un periodista me preguntó en Estocolmo: ¿qué vas a hacer ahora?, le dije: ´mira, soy científico, quiero seguir con esto porque hay muchas cosas por descubrir; quiero enseñar, me gusta enseñar, pero también quiero llegarle al público para hablarle de la belleza de la ciencia, específicamente de la química’”.
Por ello es que el Dr. Bernard Feringa creó una fundación: la Fundación Feringa. Su objetivo es poner la ciencia en el centro de atención del público en general y en los estudiantes, además de estimular la investigación.
A través de su fundación se programan eventos públicos en los que asiste frecuentemente recorriendo escuelas, primarias y preparatorias.
“Organizamos debates con niños, con estudiantes, hacemos experimentos con ellos”.
Para la gente que no está muy especializada en el tema, ¿cuál es la trascendencia de la nanotecnología?
“La nanotecnología es lo que conocemos como la microtecnología y que encaminó a los chips a la informática y a todas esas cosas. La nanotecnología ha sido el siguiente paso. Ya lo ves ahora, en la última generación de chips de computadora, de 10 nanómetros más o menos en tamaño. Así que todo eso es nanotecnología real y la tendencia es ir a lo más pequeño, a lo más complicado; estructuras, etcétera. Eso nos ayudará a construir mejor; mejor medicina, nuevos materiales, quizá mejor energía, almacenamiento, baterías, etcétera. Catalizadores para la sustentabilidad, convergencia química y fabricación de materiales… y en todo este tipo de materiales inteligentes que obtendremos en el futuro. Creo que la nanotecnología jugará un papel crucial, porque serás capaz de estructurar y hacer funcionar a escala nanométrica; una billónesima parte de un metro. ¡Este es el futuro!”.
Usted recibió el Premio Nobel por las máquinas a escala molecular, ¿cuál sería la aplicación futura de estas máquinas?
“El siguiente paso. Y hay muchos siguientes pasos, pero lo que hacemos, por ejemplo, son recubrimientos para superficies; son receptivos porque se mueven bajo la influencia de la luz; la luz llega a una superficie y luego puede airearse (secarse) gracias a la máquina molecular. Así tú podrás tener superficies que se limpien solas; piensa en las ventanas, que se puedan limpiar solas, en tu carro, que pueda limpiarse solo, o en materiales que puedan repararse solos en el futuro… que si tienes una rayadura (en tu auto), no tengas que preocuparte por más de 20 años; se reparará solo”.
¿Cuáles cree que sean los nuevos retos de la química respecto al desarrollo del conocimiento ante una contingencia como la Covid-19?
“¡Oh!, la química jugó un rol crucial porque nos dimos cuenta que todos nos vacunamos. Pero las bases para estas vacunas fue la nanotecnología del mRNA; nucleótidos utilizados en los años ochenta; cambiándolos, modificándolos… eso hizo posible que a la vuelta de un año pudiéramos hacer vacunas; ciencia muy fundamental que 40 años después hizo posible que pudiéramos hacer vacunación. En segundo lugar, creo que se empleó mucha tecnología química para hacer todos los componentes y llevarlos al flujo en el cuerpo, porque no es sólo lo que obtienes inyectado, no es sólo la vacuna, el anticuerpo, también hay todo tipo de componentes para meterlos en la célula. Así que hubo mucho desarrollo químico, diseño molecular para hacer todo esto posible”.
Se le pide su opinión en relación a la mujer en la ciencia.
“Creo que es realmente importante que estimulemos el balance de género en las ciencias naturales, en física, química, matemáticas, donde tradicionalmente había menos mujeres, como cuando yo empecé a estudiar. Ahora hemos cambiado, pero para mí no hay diferencia. Por supuesto, debemos estimular para continuar sumando talento femenino. Esto es realmente importante. Como podrás notar, ahora hay muchas mujeres en biología, también en la facultad de medicina y esperamos ver más en química, física, en la ciencia e ingeniería de los materiales”.
¿Qué opinión le merece las redes sociales, sobre todo en la formación académica y personal de los estudiantes?
“Creo que es un privilegio, porque allí los estudiantes pueden conocer a otros alumnos de diferentes disciplinas y a otros profesores. Están expuestos a una comunidad internacional. La forma de aprender en la universidad va mucho más de un libro o asistir a la conferencia del profesor. Se trata además de construir tu comunidad para el resto de tu vida y obtener toda esta experiencia. Entrenamiento, experiencia y apertura, porque no sabes exactamente cuál será tu trabajo más adelante. En la comunidad universitaria, como estudiante, haces amigos por el resto de tu vida; te das a conocer, puedes aprender mucho y tomar ventaja de todo ello. Además, lo que piensas puede no ser importante ahora, pero tal vez en 10 años estarás en un trabajo y de pronto te darás cuenta de lo importante que las redes sociales fueron para tu futuro. Expande tus horizontes en la universidad, hoy tú tienes esa oportunidad”.
¿Qué mensaje les daría a nuestros estudiantes universitarios?
“Persigan sus sueños”.
¿Qué legado le gustaría dejar para las próximas generaciones?
“Mi legado para mis estudiantes es llevarlos al siguiente nivel en su vida y su carrera, habilitándolos para perseguir sus propios sueños. Y espero que recuerden las oportunidades que tuvieron en la universidad para ampliar sus horizontes, para educarse y llegar al futuro”.
Entrevista completa en video: