• PORTAL UACJ
  • EGRESADOS
  • DIRECTORIO
domingo, noviembre 2, 2025
Sin resultados
Ver todos los resultados
  • Portada
  • Noticias
  • Radio
  • UACJ tv
  • Gaceta UACJ
  • Sala de prensa
Comunicación Universitaria
Sin resultados
Ver todos los resultados
Portada Noticias

“Si no me hacen bonito mi altar, voy a regresar a jalarles las patas”

Martha Elena Flores Grijalba, la mujer que sembró la tradición de Altares y Tumbas en la frontera, mira hacia atrás con nostalgia, orgullo… y humor

Gustavo Cabullo Madrid Texto: Gustavo Cabullo Madrid

           Foto: Luis Meraz
          
1 noviembre, 2025  |
Reading Time: 6 mins read
0
“Si no me hacen bonito mi altar, voy a regresar a jalarles las patas”

Luis Meraz

152
VISTAS
Comparte

Por décadas, el aire de noviembre en Ciudad Juárez huele a cempasúchil, papel picado y pan dulce. Pero hubo un tiempo —no tan lejano— en que esta ciudad fronteriza no conocía la tradición de los altares de muertos en escuelas y espacios públicos. Todo cambió gracias a una mujer: Martha Elena Flores Grijalba de García, pionera, soñadora y fundadora del emblemático evento Altares y Tumbas en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (antes Universidad Femenina e Integral de Ciudad Juárez).

Hoy, a sus 89 años, nos recibe con una memoria lúcida, un amor inmenso por la cultura mexicana y una chispa traviesa que ilumina cada recuerdo. Egresada del Instituto Tecnológico de Chihuahua como Decoradora de Interiores, Martha Elena llegó a Juárez para transformar no solo una carrera universitaria, sino el modo en que toda una frontera honra a sus muertos.

A continuación, su voz —entre nostalgia, orgullo y carcajadas— revive los primeros altares y cómo esta tradición se convirtió en un fenómeno cultural binacional.

“Esto empezó con un cempasúchil, un restirador y unas ganas tremendas de trascender”.

—Martha Elena, llévenos a ese primer día en que esto comenzó. ¿Qué pasaba por su mente?

Era 1982 y yo acababa de tomar la dirección de la carrera de Decoración de Interiores. Fíjese que la carrera era muy técnica, muy poco valorada. No era como Arquitectura, Medicina o Derecho, y yo dije: “Esto tiene que cambiar; el diseño es cultura, arte, sensibilidad”.

Se acercaba el Día de Muertos y pensé: “Aquí empezamos”. Y se instaló el primer altar de muertos en la planta baja de lo que hoy es el Instituto de Arquitectura, Diseño y Arte (IADA). Imagínese: corrimos por flores, papel, velas… y hasta picamos nuestro propio papel picado porque no se conseguía. Le hicimos el altar a una decoradora famosa de aquel tiempo, con su restirador, sus álbumes… y quedó muy bonito.

—¿Cómo reaccionó la comunidad universitaria?

Con mucha sorpresa. Los de Arquitectura y los de Ingeniería se nos quedaban viendo como preguntando: “¿Pero qué están haciendo?”. Entonces yo empecé a explicarles que era una tradición milenaria, que era para honrar a nuestros muertos.

Y como dije: “Necesito atraerlos”, me traje café y donas. [Ríe] Se acercaron por el café, pero se quedaron por la tradición. Y ahí empezó todo.

—¿En qué momento se dio cuenta de que esto había crecido más de lo que imaginó?

Al año siguiente pusimos seis altares. Y luego, más. Para 1985 ya venía mucha gente, de Juárez y de otras ciudades y comenzaron a venderse antojitos mexicanos, a llegar flores y papel picado. Las papelerías empezaron a surtir lo que antes no se conseguía aquí.

Y llegó gente del sur del país que decía: “¡Esto no se veía en Juárez!”. Allí supe que habíamos sembrado una semilla.

—¿Es cierto que desde esta universidad se inspiró una política cultural para todo México?

Sí, y es algo que me llena el alma. Cuando vino el Secretario de Cultura de la Ciudad de México a ver los altares, se sorprendió muchísimo. Al siguiente año, mandó un oficio para que desde kínder hasta universidad en todo el país se pusiera un altar de muertos. Imagínese… desde esta frontera se impulsó una tradición nacional. Eso no se me olvida nunca.

—El evento no solo creció; se volvió internacional. ¿Cómo vivió eso?

Con mucho orgullo. El Community College y la Universidad de Texas en El Paso (UTEP) nos pidieron asesoría para poner altares. También instalé altares en el Consulado de México en El Paso. Luego enviaron fotos a consulados del mundo para mostrar cómo se celebraba aquí.

Eso ayudó a que llegaran materiales, catrinas, cerámica… y los vitrales efímeros de papel de china, que también instalamos por primera vez en el instituto. Yo aprendí esa técnica y la traje para nuestros alumnos. ¡Era una belleza ver esos colores en las ventanas!

“Los altares hicieron visible nuestra carrera”

—¿Y la carrera de Decoración de Interiores? ¿Por fin obtuvo el reconocimiento que usted buscaba?

Sí. Al principio nadie volteaba a vernos, pero los altares mostraron nuestra creatividad, sensibilidad y conocimiento del arte. Pronto otras carreras se acercaron: Medicina, Derecho…

Hasta la universidad me otorgó la Presea Cultural. Fue diseñada por una alumna de la carrera. La guardo con muchísimo cariño.

—¿Hay una edición del evento que nunca olvidó?

La de 1986.

Unimos altares para honrar a las víctimas del terremoto del 85. Trajeron carros aplastados, los cubrieron de tierra… fue impactante. La gente lloraba. Sentí que ese año la tradición tocó profundamente a la comunidad.

—Hoy, después de 43 años, ¿qué siente al ver lo que se ha convertido en el evento cultural más esperado de la UACJ?

Un orgullo tremendo. Yo digo que es el evento cultural más importante de la Universidad y de Juárez.

Y aunque ya no me pidan asesoría, yo vengo, echo ojo… [Se ríe con picardía] Todavía traigo muchas ideas, ¿eh? A mis años.

“Y si no me ponen bonito mi altar…”

—Martha Elena, ¿cómo le gustaría que la recordaran las nuevas generaciones que ya heredaron su tradición?

[Ríe antes de contestar]

Les voy a pedir que me hagan un altar… pero que me lo hagan muy bonito. Porque si no me lo hacen bonito, voy a regresar a jalarles las patas.

Pero con cariño, ¿eh? Nada más para que aprendan a hacerlo bien. [Guiña un ojo]

Martha Elena Flores Grijalba no solo instaló un altar: instaló un puente entre la memoria, el arte y la identidad de una frontera. Lo que inició con café y donas hoy es un ritual que une generaciones, familias, escuelas y países.

Hay personas que pasan por una institución.

Y hay quienes dejan legado.

Martha Elena no solo dejó un legado.

Sembró tradición, belleza y un motivo para recordar a nuestros muertos con amor —y con una sonrisita picarona.

El día de la entrevista, los artistas Francisco y Javier Rodríguez le regalaron a Martha Elena Flores Grijalba un cuadro de su rostro, tallado en mármol travertino

Textos Relacionados

Susurros del más allá: tradición, arte y misticismo en el CCF
Noticias

Susurros del más allá: tradición, arte y misticismo en el CCF

Noticias

Ivi May Dzib, ganador del XL Premio Nacional de Literatura José Fuentes Mares

Rinden homenaje a docentes jubilados del Departamento de Ciencias Jurídicas
Noticias

Rinden homenaje a docentes jubilados del Departamento de Ciencias Jurídicas

La UACJ celebra el compromiso y la trayectoria de su personal universitario
Noticias

La UACJ celebra el compromiso y la trayectoria de su personal universitario

Sin resultados
Ver todos los resultados
  • Portada
  • Noticias
  • Radio
  • UACJ tv
  • Gaceta UACJ
  • Sala de prensa

© 2019 Universidad Autónoma de Ciudad Juárez.

Bienvenido!

Ponga sus credenciales

Olvido la contraseña?

Recupere su contraseña

Ingrese su nombre de usuario o dirección de correo electrónico para restablecer su contraseña.

Entrar